No soy bueno, no lo soy, pero nadie lo es. ¿El fin siempre justifica los medios? Y de repente sentí que la tierra, caliza y perenne, me arrastraba dentro de mi memoria y me hacía revivir lo que no quería. Piedras duras como mi mente, rocas frías como mi corazón. Una danza de zafiros tristes, un sortilegio de dolor de orquesta. Tu alma, el aura que al mirarte veía, me hacía sufrir. Ese infierno de verdades finas, de sutilezas hirientes, de colores malva.
Invierno tras la primavera, inversa hacia la soledad.