Tras esta cortina de humo estoy yo. Sin duende, sin magia, sólo estoy yo. Aparezco entre destellos, tú casi ni me ves. Envuelto en una desteñida aura de esmeralda, y rodeado de una negligencia perdida por el paso del tiempo.
Mis ojos lloran porque de nuevo me he ido. Mis manos borran todo lo que escribo porque no les gusta. Aparezco entre colores y formas, y me desvanezco entre la aciaga paciencia de mi futuro. Y no sé si soy papel o carne, si hoy soy aire o valor. Si con mis esfuerzos genero vida o la siembro con guadaña mortal.
Soy yo el que por la noche desgrana sus pensamientos y promete que nunca volverá a ser igual. Soy yo el que siete veces reniega de sí, y luego se te reaparece, entre el calor de tu llama y la humedad del cristal. Y sigo sin saber si soy forma o contenido. Si creo la estructura o la acción. Si vuelo, con alas de cartón y madera, o si la apatía vence y me derroto incansable ante la huella de mis propios pasos.
Soy yo, tú me lloras, pero soy sólo yo.