Escritos y reflexiones sobre poesía y literatura.
Y el puñal fue directo a tu pecho. Te marcó por dentro, por fuera, por sangre y por carne. Te quedaste muda, imaginaria, perfecta con la luminosidad del momento. Intentaste morir, pero descubriste que para ti no era posible, que esa maldición en ti no tenía efecto. Como un maleficio fonético o una sinfonía condenada a ser oída una y otra vez, se cerraba la herida, desaparecían las siete puñaladas de tu inusual cuerpo.
Tras esta cortina de humo estoy yo. Sin duende, sin magia, sólo estoy yo. Aparezco entre destellos, tú casi ni me ves. Envuelto en una desteñida aura de esmeralda, y rodeado de una negligencia perdida por el paso del tiempo.
Mis ojos lloran porque de nuevo me he ido. Mis manos borran todo lo que escribo porque no les gusta. Aparezco entre colores y formas, y me desvanezco entre la aciaga paciencia de mi futuro. Y no sé si soy papel o carne, si hoy soy aire o valor. Si con mis esfuerzos genero vida o la siembro con guadaña mortal.
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