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Escritos y reflexiones sobre poesía y literatura.

Carlos Asensio - La ciencia del encuentro Carlos Asensio - La ciencia del encuentro

La ciencia del encuentro

Enero 12, 2017

Nos equivocamos en el momento de conocernos.
Como quien confunde el día de una cita.
La hora y el lugar eran correctos. Pero no la fecha
(Hombres sin mujeres, Haruki Murakami)

Hay personas que te cruzas una y otra vez sin conocerlas. Personas que, por una o por otra razón, el destino decide no poner en tu camino de forma súbita sino ir fraguando el encontronazo de forma clandestina.

La vida, muchas veces, te va preparando. A veces con casi-choques fortuitos en calles perdidas del centro de la ciudad. Otras con casi-coincidencias en sesiones de cine para la misma película de autor.

Cosas que, obviamente, no se descubren hasta que se produce el definitivo encuentro.

El mundo te va, poco a poco, predisponiendo al hallazgo, forzando la hipotética unión hasta el límite de la causalidad.

Jugando cruelmente a la prestidigitación y a la brujería.

Y aunque en un determinado momento el destino parece alejarte de esa anónima persona –que no has conocido todavía– el encuentro siempre acaba teniendo lugar.

De la forma quizás más inesperada. Y en el momento quizás menos indicado.

Pero todo eso no importa.

Hay personas de luz, de aire, de fuego, de mar. Hay seres humanos hechos por y para el arte. Hay individuos sembrados de tierra y de palabras. Hay hombres y mujeres pulcramente cincelados sobre una base de carne y pasión.

Hay personas perdidas, sin rumbo, y hay personas a las que ni el sol ni la luna conocen.

Hay personas que prefieren los besos, que insuflan vida, y otras que anhelan una mano sobre el pecho, de esas que acarician el corazón desnudo.

Pero al final, todo eso no importa.

En el recuento de las experiencias, en el repaso mental de todo lo vivido, sólo nos importa la chispa en la mirada, el fuego en la risa y el deseo en los cuerpos.

La verdad oculta tras los labios y las manos entrelazadas. El calor detrás del abrazo.

Y entonces surgen las incómodas preguntas:

¿Cuántas veces en la vida sentimos cómo nuestro corazón se electrocuta?

¿Por qué esta insatisfacción, tan humana, nos lleva siempre a complicar el mundo?

¿Por qué yo,

aquí,

sin ti?

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